sábado, 15 de diciembre de 2012

¿Es posible una transición en Siria?




En el mes de marzo de 2011, cuando comenzaron a escalar las protestas en Siria, Bashar Al Assad, Presidente de Siria, se halló a sí mismo en una encrucijada histórica. Teniendo la oportunidad de montarse sobre la cresta de la ola de la primavera árabe, valiéndose de la ventaja de ser el más joven de entre todos los gobernantes árabes (46 años) y el que menos tiempo tiene en el poder de los amenazados por las revueltas (12 años), e implementar una profunda reforma política que condujera a un régimen mucho más plural y democrático, tomando en cuenta que ese era el objetivo inicial de las manifestaciones y no el lograr su derrocamiento, prefirió optar por seguir los pasos de su padre, Hafez Al Assad, quien gobernó Siria durante casi 30 años hasta su muerte, y que en 1982 destruyó el casco histórico de la ciudad de Hama, para reprimir un levantamiento de los sunitas en su contra, matando a más de 30 mil personas.

Después de 17 meses, las manifestaciones en varias ciudades de ese país no cesan, y según estimaciones de diversas organizaciones internacionales, van más de 15 mil muertos, además de 1 millón de desplazados y casi 200 mil refugiados a causa del conflicto, pero la determinación de Bashar al Assad de aferrarse al poder se mantiene incólume. Si bien esta es la más grave crisis política que ha enfrentado Siria en su historia reciente, hay cuatro factores de carácter interno que explican porqué el poder de Al Assad no se ha debilitado y que representan el sustento fundamental de su régimen: El poder del clan familiar del presidente Al Assad, la unidad de la minoría Alauita (a la cual pertenece Al Assad y que representa el 12% de la población), el control que ejercen los alauitas sobre el aparato militar y de inteligencia sirios, y el monopolio del partido de Al Assad, el Baaz, sobre el sistema político sirio.

Por otra parte la oposición siria se encuentre dividida en dos, debilitando su capacidad de negociación frente al gobierno: en un lado tenemos al Consejo Nacional Sirio (CNS), que goza de cierto reconocimiento internacional, que cuenta con el apoyo del Ejército Libre de Siria, conformado por desertores de las fuerzas armadas de rangos medios y bajos, pero que tiene a la mayoría de sus líderes en el extranjero; y por otro lado está el Consejo de Coordinación Nacional, que se autodenomina “la oposición interna”, que acusa al CNS de responder a intereses extranjeros.






A medida que transcurre el conflicto, y que se conoce de manera más detallada los horrores de las tácticas empleadas por las fuerzas de seguridad del régimen de Al Assad para reprimir a la población, más se incrementa el clamor mundial de una intervención internacional que allane el camino hacia una resolución del conflicto. Los actores involucrados de manera directa en la estabilidad del Medio Oriente, y de manera específica en la situación de Siria, se mantienen a la expectativa, prefiriendo o bien que se mantenga el estatus quo con Bashar Al Assad en el poder, o que se logre una salida negociada al conflicto, antes que enfrentar la incertidumbre que generaría un cambio abrupto de régimen. En ese sentido, Israel, preocupado por el futuro de sus relaciones con el vecino Egipto, prefiere a un Al Assad militarmente inferior, laico y republicano, que un eventual gobierno islámico encabezado por los sunitas. Irán podría seguir utilizando a Siria, de mantenerse Al Assad al frente, como el medio a través del cual seguir apoyando a Hezbollah en Líbano y a Hamas en Gaza. Turquía quiere a toda costa evitar un desplazamiento masivo de refugiados kurdos a su territorio.

Rusia y China, tras la experiencia de la intervención de la OTAN en Libia, la cual fue posible gracias a que no ejercieron su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se han convertido en la muralla defensiva de Al Assad frente a EEUU, contando con un apoyo mucho mayor al recibido por Gaddafi en su momento. Damasco y Moscú son aliados y socios comerciales desde la época de la Unión Soviética, y Rusia posee una base naval en Siria, la única que tiene sobre el Mediterráneo. Por su parte China, aliada circunstancial de Rusia, apoya esta postura como parte de los objetivos de política exterior que ha diseñado Beijing con el propósito de aumentar su influencia a nivel global y frenar el crecimiento del poder de EEUU. En ese sentido, se han plantado firmes en evitar tanto una intervención armada en Siria o a forzar un cambio de régimen a través de otro método, el cual es el objetivo fundamental de EEUU y el resto de Occidente.

A principios del mes de abril de este año, muchos creyeron ver una pequeña luz de esperanza cuando Kofi Annan, cumpliendo su misión de enviado especial de la ONU y la Liga Árabe a Siria, logró convencer a EEUU, la Unión Europea, Rusia y China, de implementar un plan de paz para ese país, forzando a Bashar Al Assad a comprometerse públicamente a aceptar un cese al fuego para el inicio de negociaciones con la oposición, el cual terminaría incumpliendo. Sin embargo, aún a pesar de esto, en el sistema internacional ha ganado terreno la idea de implementar en Siria un proceso de transición similar al que se desarrolló en Yemen gracias a la mediación del Consejo de Cooperación del Golfo, el cual contempló la salida del poder, con garantía de inmunidad, del Presidente Saleh, y la creación de un gobierno de unidad nacional hasta la realización de elecciones libres. Sin embargo, para poder implementar una salida como esta en Siria, tiene que haber, además de un grado de equilibrio de fuerzas entre ambas partes, disposición a la negociación, la cual se reduce a medida que se incrementa el número de muertos por el conflicto. Asimismo, el régimen de Al Assad aún posee un alto nivel de unidad interna, lo que ha dificultado la deserción de altos funcionarios hacia las filas de la oposición, y que ha inhibido a las fuerzas armadas de retirar su apoyo al régimen y forzar un cambio político, tal como sucedió, por ejemplo, en Túnez y en Egipto.


Publicado en la revista Venepolicy Septiembre - Noviembre 2012: 

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