domingo, 13 de noviembre de 2011

Siria: ¿Será Bashar Al Assad el próximo gobernante en caer?

A medida que se incrementa la represión contra los manifestantes sirios, son más las voces que piden dar un alto a la brutalidad del régimen sirio

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[REBELIÓN]
Tras la muerte de Muammar Gaddafi y el anuncio del final de las operaciones militares de la OTAN y la ONU en Libia, cabe pensar si existen posibilidades de que, al igual que ocurrió con Libia, se apruebe en el Consejo de Seguridad una intervención multilateral que apoye a los rebeldes sirios y ponga fin a la represión del régimen de Bashar Al Assad
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El presidente de Siria, Bashar Al Assad, enfrenta, tras las revueltas populares en ese país, el más grave problema de estabilidad para el régimen político sirio desde su llegada al poder en el año 2000




Siria se encuentra bajo el control de la familia Al Assad desde 1971, primero el padre Hafez, quien gobernó hasta el año 2000, y luego por su hijo Bashar, el actual presidente. Asismimo, geopolíticamente hablando, es considerado un país clave dentro de la complicada zona del Medio Oriente, debido a su cercanía con Jordania, su influencia tremenda sobre Líbano, por ser el único país árabe aliado del régimen iraní, a través del cual Teherán brinda apoyo a grupos militantes islámicos radicales antiisraelíes, y por ser país fronterizo con la potencia emergente Turquía. Son cuatro los pilares sobre los cuales se sustenta el régimen sirio: El poder del clan familiar del presidente Al Assad, la unidad de la minoría Alauita (a la cual pertenece la familia de Al Assad y que representa el 12% de la población), el control que ejercen los alauitas sobre el aparato militar y de inteligencia sirios, y el monopolio que ejerce el partido de Al Assad, el Baaz, sobre el sistema político sirio. A mediados de marzo, contagiados por las revueltas árabes que iniciaron en diciembre del año pasado en Túnez, y tras la renuncia del presidente egipcio Hosni Mubarak en febrero, iniciaron en la ciudad de Deraa, una serie de manifestaciones populares que se han propagado a todas las ciudades de ese país, siendo incluso mayores al levantamiento en la ciudad de Hama en 1982, las cuales, a pesar de ser brutalmente reprimidas hasta con tanques de guerra, siguen en pie y hoy en día representan la más grave crisis que ha enfrentado el régimen de Bashar Al Assad y todo un reto para su estabilidad. Del mismo modo, ante la brutalidad de la represión contra los manifestantes, es cada vez mayor el número de deserciones entre los miembros del ejército sirio, incluidos altos oficiales. Por ello, cabe preguntarse si hay posibilidades de que se apruebe en el seno de Naciones Unidas una intervención militar internacional en Siria similar a la ocurrida en Libia, la cual facilite al pueblo sirio que pueda incluir a Bashar Al Assad en la lista de los autócratas árabes derrocados.

Rusia y China bloquean la solución multilateral          

A principios del mes de octubre, los países de la Unión Europea y los EEUU intentaron aprobar una resolución dentro del Consejo de Seguridad de la ONU, la cual buscaba, de manera muy tímida, aumentar la presión contra el régimen de Bashar Al Assad, potenciar su aislamiento internacional y tratar de frenar la represión en contra de los manifestantes que exigen un cambio de régimen político. La misma anunciaba que se tomarían “medidas concretas” en caso de continuar los ataques de la policía y el ejército contra las manifestaciones pacíficas, más sin embargo esto no fue suficiente para ganarse el apoyo de Rusia y China, de quienes se pensó que optarían por la abstención al igual que hicieron cuando se aprobaron las dos resoluciones sobre Libia. La intervención de la OTAN en Libia, autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU, fue decisiva para que los rebeldes libios pudieran derrocar a Muammar Gaddafi, además de marcar un antes y un después dentro de la organización, tanto por la rapidez en que se logró su aprobación, como por lo contundente que fue. Sin embargo, por las características geopolíticas de Siria, mencionadas al inicio de este artículo, hacen que las potencias occidentales sean mucho más cautelosas a la hora de actuar, por las consecuencias que tendría para la seguridad del Medio Oriente una grave desestabilización del régimen sirio, especialmente en el conflicto Israel-Palestina y las siempre tensas relaciones con Irán. Por su parte hay que destacar que Siria cuenta con un apoyo mayor de Rusia que el que obtuvo Gaddafi, en buena parte debido a que Damasco y Moscú son aliados y socios comerciales muy estrechos desde la época de la Unión Soviética, siendo Al Assad una de las pocas fichas con las que cuenta el Kremlin para tener presencia e influir en el Medio Oriente. Mientras que China, que al igual que Rusia se ha opuesto a las sanciones, dentro del marco de su política exterior en la cual busca aumentar su influencia a nivel global, está esperando que se le garantice una parte del pastel a repartir en el caso de producirse una intervención internacional en Siria para poder aprobarla.




De acuerdo a la Organización de Naciones Unidas, se estima que han fallecido unas 2900 personas en Siria a causa de la represión gubernamental desde el inicio de las revueltas populares en ese país



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"Siria es ahora el eje de esta región, la línea de falla, y si se juega con ella, habrá un terremoto. ¿Quieren ver otro Afganistán, o decenas de Afganistán? Cualquier problema en Siria incendiará toda la región. Si el plan es dividir Siria, esto dividirá a la región en su conjunto". 
Bashar Al Assad, presidente de Siria
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“No vemos que la parte siria haga avance alguno; la Liga Árabe ha exigido el fin del derramamiento de sangre, la liberación de los presos y el inicio de reformas verdaderas y todo eso no ha sucedido". 
Nabil Al Arabi, Secretario General de la Liga Árabe
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Amnistía Internacional: Siria convierte hospitales en instrumentos de represión

En su más reciente informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Siria, tras el estallido de las revueltas populares contra el régimen de Bashar Al Assad, titulado  Health Crisis: Syrian Government Targets the Wounded and Health Workers (Crisis de Salud: El Gobierno sirio apunta contra los heridos y a los trabajadores de la salud), la ONG internacional Amnistía Internacional. Este informe denuncia que personal médico leal a Bashar Al Assad, quienes trabajan en al menos 4 hospitales del Estado, han ocasionado tortura y brindado otros malos tratos a pacientes que han resultado heridos durante las manifestaciones contra el régimen sirio. Asimismo, aquellos trabajadores de la salud que se atreven a proporcionar el tratamiento médico que requieren los manifestantes heridos durante las revueltas, no sólo han sido detenidos, sino también sometidos a tortura. Una de las mayores preocupaciones de Amnistía Internacional es que, además de que parte del personal de los hospitales maltrate y torture a las personas que se supone debería cuidar y curar, muchas personas que resultan heridas en medio de las manifestaciones populares, incluso de gravedad, estén considerando que es mucho más seguro arriesgarse a no recibir el tratamiento médico adecuado ante lesiones importantes que acudir a los centros hospitalarios. Entre las denuncias específicas documentadas por Amnistía Internacional destacan las de pacientes de gravedad que, una vez internados en el hospital, son capturados por las fuerzas de seguridad del régimen y terminan muriendo bajo custodia, y ambulancias que son impedidas de recoger heridos o que resultan atacadas cuando los transportan hacia un hospital. Este informe se suma al del mes de agosto, en el que la ONG internacional denunció la mutilación de los cadáveres de manifestantes muertos, quienes habían sido previamente torturados, para sembrar el terror entre los familiares que acudían a retirar sus cuerpos; entre las víctimas, todas del sexo masculino, se encontraban niños de 13 años. Uno de los casos es el del niño Hamza Ali al Khatib de 13 años, que había desaparecido durante una manifestación en el mes abril. Cuando sus padres acudieron a reconocer y retirar su cuerpo, descubrieron que Hamza presentaba signos de violencia en la cara, la cabeza y el cuello, y sus genitales habían sido mutilados. El juez Samer Abbas, que estaba a cargo de las investigaciones, declaró que la causa de la muerte eran "unos disparos" y que "no existían pruebas evidentes de tortura sobre su cuerpo". 




Publicado en el Semanario 6to Poder / Año 2 Número 57 / 6 de noviembre de 2011

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