miércoles, 26 de octubre de 2011

Auge y caída del sanguinario Muammar Gaddafi


- Fue capturado mientras trataba de esconderse dentro de una cloaca
Un disparo en la cabeza causaría la muerte del autócrata africano

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[ADIÓS]
Quiso el destino que el ex dictador libio muriera en la misma ciudad que lo vio nacer. Una bala proveniente de una pistola bañada en oro de su propiedad, presuntamente disparada por un joven rebelde de apenas 18 años, acabaría con la vida de quien gobernó libia con mano de hierro durante 42 años

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Soldados rebeldes libios toman fotos al cadáver de Muammar Gaddafi con sus teléfonos celulares


El 1 de septiembre de 1969, con apenas 27 años de edad, el en aquel entonces capitán Muammar Gaddafi, emergió como el líder de un grupo de militares que derrocaron la monarquía del Rey Idris y de entre las ruinas del Reino de Libia construiría la República Árabe Libia, que mutaría en 1977 a la Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista. Por aquellos años Gaddafi era visto como un apuesto político cuya figura vestida en uniforme militar y usando lentes de sol llamaba poderosamente la atención de las cámaras de la prensa internacional, y que no sólo se haría con el poder en la nación africana, sino que se convertiría en el símbolo de quiénes desafiaban y declaraban la guerra a Occidente, al tiempo que emergía, gracias a la abundante cantidad de dinero de la que disponía producto del enorme ingreso petrolero de Libia, como uno de los líderes más importantes de un Tercer Mundo que recién recobraba su independencia de los imperios coloniales europeos.

Terrorismo como política de Estado

A partir de la década de 1980, el nombre de Muammar Gaddafi sería, durante muchos años, sinónimo de terrorismo antioccidental. Su gobierno fue responsable de las masacres ocurridas en los aeropuertos de Roma y Viena en diciembre de 1985 y de colocar una bomba en una discoteca de la ciudad de Berlín que era frecuentada por tropas norteamericanas en abril de 1986. Esto traería como consecuencia que el gobierno de EEUU, bajo la administración de Ronald Reagan, ordenara el bombardeo a Libia en la operación Dorado Canyon, en la cual resultaría muerta una de sus hijas. El 22 de diciembre de 1988, 270 pasajeros y toda la tripulación del vuelo 103 de la aerolínea Pan American World Airways murieron sobre la ciudad de Lockerbie, Escocia, durante el vuelo desde Londres a Nueva York, 38 minutos después del despegue, producto de la detonación de un explosivo plástico colocado en un radiocassette dentro del equipaje del compartimento de carga anterior, desencadenando una secuencia de eventos que llevó a la rápida destrucción de la aeronave, responsabilidad de dos agentes de inteligencia encubiertos del gobierno libio, el cual terminaría convirtiéndose en el atentado terrorista más mortífero de la historia antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001, y que le valdrían al país sanciones internacionales avaladas por la Organización de Naciones Unidas desde 1992.

La reconciliación con Occidente

No sería sino hasta 2003, tras el derrocamiento y la muerte en la horca de Saddam Hussein en Irak, y con el temor de correr una suerte similar a su colega, que Gaddafi accedería a renunciar a su controvertido programa nuclear, desmantelar su arsenal de armas de destrucción masiva, reconocer (tras décadas negándolo) la responsabilidad de su gobierno en los atentados terroristas de Lockerbie, pagando una indemnización de 10 millones de dólares a cada víctima, logrando así hacer las paces con Occidente, cuyos líderes se reunirían y fotografiarían con cada vez mayor frecuencia con el líder libio, bien recibiéndolo como huésped o dispensándole una visita, buscando su cooperación en la lucha global contra los grupos terroristas que durante muchos años apoyó, convencerlo de realizar inversiones con los cuantiosos recursos de la Libia en sus respectivas naciones cada vez que una crisis económica tocaba las puertas o que otorgara concesiones a las empresas petroleras occidentales.

Bengasi fue el comienzo del fin

El martes 15 de febrero de 2011, un grupo de familiares de presos que habían muerto en la cárcel de Abu Salim en 1996, acudieron a una comisaría de la ciudad de Bengasi, en el este del país, para exigir la liberación de Fathi Tarbel, abogado y coordinador de su movimiento, acompañados de unos cientos de personas que se apostaron al frente del edificio. El gobierno de Gaddafi accedió a su liberación y quienes allí se concentraban permanecieron hasta la madrugada coreando consignas en contra del régimen, al tiempo que aumentaban en número quienes le apoyaban. El intento de las fuerzas de seguridad del régimen por reprimir a los manifestantes sólo logró aumentar en ellos el espíritu de rebeldía hasta el punto en que lograron tomar el control de la ciudad, desplazando así a las fuerzas de seguridad y tomando en su poder una gran cantidad de armas y municiones, iniciando una rebelión que, buscando emular a sus vecinos de Túnez  y Egipto, expandiría la chispa de la llamada primavera árabe hacia el resto del país con el avance de las fuerzas rebeldes, desde dos frentes ubicados en el este y el oeste del país.

El aval clave del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas

El 17 de marzo de 2011, tras una sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se decide aprobar, con una votación de 10 países a favor y 5 abstenciones, la resolución 1973/2011, la cual, basada en el constante incumplimiento por parte de las autoridades del régimen libio hacia las exigencias hechas para el cese inmediato de la violencia y la implementación de medidas destinadas a satisfacer las legítimas demandas de la población realizadas por este organismo con antelación, autorizó el uso de la fuerza contra las tropas leales a Gaddafi, permitiendo toda clase de ofensiva militar, a excepción del despliegue de tropas terrestres, para impedir amenazas contra los civiles. En primer término facultó a la coalición encabezada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a tomar “todas las medidas necesarias para proteger a los civiles” bajo amenaza de ataque, “incluyendo Bengasi”, acompañada de una zona de exclusión aérea, la cual impidió al régimen libio el uso de cualquier clase de aeronave para bombardear enclaves rebeldes o trasladar tropas y armamento, mediante el derribo de los mismos. Esta resolución fue posible gracias a una ofensiva diplomática por parte de EEUU, Gran Bretaña y Francia que lucharon por activar el mecanismo institucional del Consejo de Seguridad, quiénes tras haber logrado el apoyo de la Liga Árabe, lograron que Rusia y China optaran por la abstención en lugar de vetar la resolución.

Los rebeldes estuvieron cerca de perder

Si hubo un antes y un después en la intervención militar en Libia, fue cuando el 31 de marzo de 2011 las fuerzas armadas de EEUU traspasaron el mando de las operaciones militares en el país africano a los comandos de la OTAN. Durante los pocos días que los norteamericanos estuvieron comandando el despliegue aéreo y el bombardeo quirúrgico de objetivos claves, los rebeldes libios lograron importantes avances en el terreno. Una vez que se retiran los norteamericanos, fundamentalmente debido a la postura antibélica del presidente Obama, y comienza la OTAN a liderar el apoyo a los rebelde, al no tener ésta tropas terrestres desplegadas y con la inexperiencia militar de los rebeldes libios, en su mayoría civiles que estaban aprendiendo el oficio de la guerra desde el terreno, comenzaron una serie de pequeños avances y grandes retrocesos frente a las fuerzas leales a Gaddafi que les llevó a luchar en 3 frentes de batalla distintos, les impidió por un buen tiempo avanzar de manera decisiva sobre Trípoli, mientras que aumentaban las diferencias entre los miembros de la OTAN por los costos y la duración de la operación militar, quienes incluso pensaron en una salida negociada al conflicto.

Los avances diplomáticos del CNT y la caída de Trípoli

Cuando la posibilidad de una salida negociada al conflicto en Libia, y que por tanto garantizaba impunidad a Muammar Gaddafi, cobraba mayor fuerza, los rebeldes libios, agrupados en el Consejo Nacional de Transición, con Mustafá Abdul Jalil al frente, quien se desempeñó como Ministro de Justicia del régimen de Gaddafi, dieron inicio a una contraofensiva, en dos frentes, uno diplomático, con el cual lograron obtener el reconocimiento como representantes legítimos del pueblo libio, el rompimiento de relaciones diplomáticas con el régimen que trataban de derrocar y desbloquear los activos financieros que fueron congelados como consecuencia de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU para usarlos en su favor. Posteriormente, entre el 21 de agosto y el 28 de agosto, comenzaron una contraofensiva que, para sorpresa de muchos, incluidos los altos mandos de la OTAN, logró el control absoluto de la capital libia, Trípoli,  y forzaron a Gaddafi y su familia a huir y esconderse luego de controlar el país con puño de hierro durante 42 años.






Un joven de 18 años llamado Ahmed Al Shebani presuntamente habría sido el responsable de la muerte de Gaddafi, al dispararle con una de las pistolas bañadas en oro que portaba el ex dictador al momento de su captura




Los libios tomaron la antigua Plaza Verde, hoy llamada Plaza de los Mártires en Trípoli, para celebrar el fin de Muammar Gaddafi


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"Lamentablemente se confirmó la muerte de Gaddafi. Lo asesinaron, es un atropello más a la vida. A Gaddafi lo recordaremos toda la vida como un gran luchador, un revolucionario y un mártir"
Hugo Chávez, Presidente de Venezuela
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“Han ganado su revolución. Uno de los dictadores con más tiempo en el poder del mundo se ha ido. Fuimos sus socios durante la rebelión y seguiremos siendo sus socios en la libertad”. 
Barack Obama, Presidente de Estados Unidos
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Este fue el desagüe donde encontraron escondido a Muammar Gaddafi antes de su muerte


Escondido y capturado como una rata en Sirte

Tras la toma de Trípoli, el Consejo Nacional de Transición se trasladó por completo hasta allí desde Bengasi, para asumir el control total del gobierno de Libia y su territorio. Al tiempo que prosiguieron con el trabajo diplomático que expandió los reconocimientos a lo largo y ancho del mundo, y les permitió hacerse con el asiento dentro de la Organización de Naciones Unidas que alguna vez ocupó el régimen de Gaddafi, se desarrolló una compleja situación en la que, cual juego ajedrez, un Gaddafi ya derrocado, con muy pocos peones al servicio de su causa, era perseguido por el bando rebelde, que ya controlaba casi todo el país, a excepción de las ciudades de Bani Walid y Sirte, y le amenazan constantemente poniéndolo en jaque, pero sin terminar de darle el mate final. Tras un mes de intensos ataques en ambas ciudades, el 17 de octubre las tropas leales a Gaddafi en Bani Walid fueron derrotadas, lo que le permitió a los soldados del Consejo Nacional de Transición aumentar la presión sobre Sirte, la ciudad natal de Gaddafi, donde desde un principio se pensó que permanecía escondido tras su huída de Trípoli. El jueves 20 de octubre el mundo recibió la noticia que las fuerzas militares del CNT en Libia no sólo habrían obtenido el control de Sirte, sino que además habrían capturado al fugitivo Muammar Gaddafi. En las primeras horas reinó la confusión y las informaciones contradictorias abundaban. Incluso se llegó a pensar que la información difundida por el CNT pudo haber sido falsa, tal como ocurrió cuando anunciaron la captura del hijo mayor de Gaddafi, Saif al Islam, la cual terminó resultando falsa. Con el transcurso de las horas se supo, según información suministrada por el Primer Ministro de Libia, Mahmoud Jibril, que el ex dictador fue hallado escondido dentro de una cloaca, donde se escondió tras sobrevivir a un ataque de aviones no tripulados de EEUU y bombarderos franceses contra un convoy en el que se trasladaba. Al momento de su captura no ofreció resistencia y llevaba consigo dos pistolas bañadas en oro, pero al momento de moverlo a la camioneta que lo trasladaría a su lugar de detención, recibió un balazo en el brazo. Cuando fue colocado en la camioneta no tenía otras heridas, pero al iniciar el traslado, comenzó un tiroteo entre las fuerzas del CNT y las tropas leales a Gaddafi, recibiendo un balazo en la cabeza que presuntamente le sería propinado por un joven de 18 años llamado Ahmed Al Shebani con una de las pistolas bañadas en oro que portaba Gaddafi al momento de su captura. Gaddafi aún se encontraba con vida cuando fue sacado de Sirte tras recibir el balazo, pero moriría minutos antes de llegar al hospital. Mientras tanto, en la televisión libia pudo apreciarse imágenes de video de combatientes del Gobierno interino posando junto al cadáver de Gaddafi. Los combatientes, algunos de ellos con uniformes militares, gritaban Allahu Akbar (Dios es grande) mientras uno de ellos levantaba la cabeza de Gaddafi hacia la cámara. La cara del antiguo líder estaba llena de heridas pero sin sangre, a diferencia de las imágenes captadas inmediatamente después de su captura. El cadáver de Gaddafi presuntamente habría sido trasladado a una mezquita en Misrata, donde sería preparado para darle sepultura de acuerdo a la tradición islámica. De los ocho hijos biológicos de Gadafi, dos de ellos, Khamis y Saif Al Arab, han muerto, otro, Mutassim ha sido capturado, cuatro, Saadi, Mohamed, Aisha y Hanibal han logrado escapar a Niger y Argelia y quien estaba destinado a ser su sucesor, Saif el Islam, se encuentra en paradero desconocido. La muerte de Muammar Gaddafi representa, no sólo el final de un tirano que gobernó una nación a su antojo durante 42 años rodeado de lujos mientras el pueblo sufría penurias, sino también el comienzo de un nuevo amanecer en el que el pueblo libio tendrá la oportunidad de labrarse un futuro más promisorio, además de ser un claro mensaje para que aquellos que pretenden perpetuarse en al frente de un gobierno, comprendan de una vez por todas que el poder no puede ser ejercido eternamente.



Publicado en el Semanario 6to Poder / Año 2 Número 55 / 23 de octubre de 2011 


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