La cumbre de dos días del
Consejo de Cooperación del Golfo se centró en el fortalecimiento de la unidad y
la cooperación entre sus estados miembros
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[COLECTIVA]
La más reciente reunión del
Consejo de Cooperación de Golfo concluyó con un llamado al régimen de Teherán
para que cese su injerencia en los asuntos internos de sus Estados miembros, al
tiempo que refuerzan la cooperación entre ellos para fortalecer la seguridad y
la estabilidad en la región.
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Aquí los monarcas de los 6
países que integran el Consejo de Cooperación del Golfo.
De izquierda a
derecha: Jaber Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah, Emir de Kuwait; Hamad Al Thani, Emir
de Qatar; Qabus bin Said, Sultán de Omán; Abdalá bin Abdelaziz, Rey de Arabia
Saudita; Hamad bin Isa al-Jalifa, Rey de Bahrein; y Jalifa bin Zayed Al
Nahayan, Emir de Abu Dhabi y Presidente de los Emiratos Árabes Unidos
Durante el 24 y el 25 de
diciembre, mientras el mundo cristiano se concentraba en las celebraciones de
la Navidad, se efectuó en Manamá, la capital de Bahréin, la reunión anual del
Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), una organización regional que agrupa a
las seis monarquías de la Península Arábiga: Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos
Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar, los países más ricos del Medio Oriente.
Esta reunión se produjo en medio de un momento especialmente delicado para la
región, producto del proceso de cambios y turbulencia política que ha generado
la denominada “Primavera Árabe” en el Medio Oriente, las malas relaciones de
los países del Golfo con su vecino persa Irán, así como las crecientes críticas
respecto a la relevancia del CCG como organización y la vigencia de sus
objetivos.
El
CCG da la voz de alto a Irán
El principal producto de
esta cumbre anual del CCG fue un acuerdo entre sus miembros para exigir a Irán
que cese de manera inmediata su injerencia en sus asuntos internos, la cual
“rechazaron y denunciaron”, ya que esta representa para ellos un factor que
incrementa la tensión en el Medio Oriente, amenazando la seguridad y la
estabilidad regional. Del mismo modo, apoyaron a Emiratos Árabes Unidos en su
reclamo territorial sobre las islas de Abu Mase, Tomb Mayor y Tomb Menor,
ubicadas en el Estrecho de Ormuz y ocupadas por Irán. Aunque desde hace varias
décadas las relaciones entre las monarquías árabes y los persas han sido
tensas, debido a la estrecha relación que mantienen con Estados Unidos las
primeras, y la postura antioccidental de los segundos desde el estallido de la
revolución iraní, las mismas se han elevado exponencialmente a causa del avance
iraní en su programa nuclear, el cual tiene claros propósitos militares, y que
podría crear un desbalance en el Medio Oriente a favor de Teherán; la
injerencia de las monarquías del Golfo en el conflicto sirio y su apoyo a la
oposición que quiere derrocar a Bashar Al Assad, el más estrecho aliado de los
persas en el Medio Oriente; y las claras intenciones iraníes de sacar provecho
de las revueltas populares árabes para incrementar su presencia e influencia en
la región. Así, destacan entre los nuevos objetivos del CCG tras esta cumbre,
ampliar la integración económica entre sus miembros, así como unificar
criterios en materia de política exterior y de seguridad y defensa, preludio
para la construcción de una alianza militar y política que no sólo proteja a
los países del Golfo y sus riquezas, sino que también actúe como una muralla
que detenga las pretensiones expansionistas de Irán.
Los
problemas sociales: asignatura pendiente
Si bien en la última cumbre
del CCG se dieron importantes pasos para la reestructuración de este organismo
regional, y en una mayor integración económica y política entre las seis
monarquías de la Península Arábiga, en lo que se refiere a los problemas
sociales que enfrentan sus habitantes y como resolverlos, hay una asignatura
pendiente. Si bien el CCG ha probado recientemente con éxito ser capaz de
mantener la seguridad y la estabilidad de la región, así como enfrentar
amenazas de manera efectiva, hay problemas dentro de sus países, como la
pobreza, el desempleo, la desigualdad o el desbalance demográfico (producto de
que en varios de estos países la mano de obra extranjera excede a los nativos),
que no pueden aplazarse por mucho tiempo y que en el mediano plazo podrían ser
el caldo de cultivo para un incremento de la conflictividad social.
Rol
activo en el mundo árabe tras el estallido de las revueltas populares
Tras el estallido de lo que
se denominó como la “Primavera Árabe”, el Consejo de Cooperación del Golfo
(CCG) adquirió protagonismo e influencia para tratar de conseguir soluciones
acorde a sus intereses en varios países afectados por estas revueltas
populares. En el caso de Egipto, sus miembros expresaron su apoyo,
especialmente Arabia Saudita, a su antiguo aliado Hosni Mubarak, a quien
consideraban un factor fundamental para mantener la paz y la estabilidad en el
Medio Oriente. Cuando las protestas de la mayoría chíita de Bahrein,
alebrestadas desde Irán, se volvieron violentas y buscaban derrocar a la
monarquía sunita que reina en ese país, los países miembros del CCG enviaron
tropas para reprimir los disturbios, alegando que defendían a Bahréin de
“amenazas externas”. También ofrecieron su apoyo y protección a otras dos
monarquías árabes, Jordania y Marruecos, cuando vieron perturbada su
estabilidad por las revueltas populares, ofreciéndoles ayuda financiera e
invitándolas formalmente a unirse al CCG. En Yemen encabezaron de manera
exitosa un proceso de mediación que facilitó la salida del poder del Presidente
Alí Abdalá Saleh, y abrió las puertas a una transición negociada. Actualmente
los países miembros del CCG ofrecen abundante apoyo material a las fuerzas
rebeldes que tratan de derrocar el régimen de Bashar Al Assad en Siria, y
reconocieron a la recién creada Coalición de Fuerzas de la Oposición y Rebeldes
de Siria como los legítimos representantes del pueblo sirio.
Publicado en el Semanario 6to Poder / Año 3 Número 117 / 30 de diciembre de 2012