sábado, 10 de diciembre de 2011

Egipto: La rebelión popular que fue traicionada

La caída de Hosni Mubarak consolidó el control de los militares sobre el poder político en esa nación

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[DECEPCIÓN]
Han transcurrido casi diez meses desde que Hosni Mubarak renunció al poder en la nación de los faraones. Al día de hoy son cada vez más numerosas las voces que claman a los militares egipcios para que traspasen el poder político a los civiles.

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Miles de egipcios realizan la tradicional oración musulmana de los viernes mientras manifestaban en la Plaza Tahrir de la ciudad de El Cairo




El pasado 11 de febrero el presidente egipcio Hosni Mubarak, tras pasar casi 30 años en el poder, renunció a su cargo tras semanas de protestas multitudinarias en las principales ciudades de la nación norteafricana, y cuyo epicentro se localizaba alrededor de la hoy emblemática Plaza Tahrir de El Cairo, la capital del país. A casi 10 meses de este suceso, muchos egipcios tienen la sensación de que la caída de Mubarak simplemente terminó de consolidar el ya gran poder que las Fuerzas Armadas ejercían sobre el sistema político de Egipto, y que el régimen autoritario de Mubarak fue sustituido por una dictadura militar que secuestró el espíritu de las revueltas de principio de año. En el marco de un proceso electoral que comenzó el pasado lunes y que finalizará el próximo 11 de marzo, de haberse producido 12 mil juicios militares contra civiles desde febrero y la crisis económica producto de la caída de los ingresos provenientes del sector turismo, mermados tras el estallido de la revuelta, los egipcios han vuelto a las calles para manifestar en contra del incumplimiento del Consejo Militar que gobierna Egipto, encabezado por el Mariscal Hussein Tantawi, de su principal promesa tras la renuncia de Mubarak, permitir que los egipcios eligieran un presidente transcurridos 6 meses de su llegada al poder, exigiendo su renuncia inmediata y el traspaso del poder a los civiles.

Islamismo con tutelaje militar

Teóricamente, a partir del lunes 28 de noviembre las cosas deberían comenzar a cambiar en Egipto. Ese día se dio inicio al proceso electoral con las elecciones legislativas, las cuales, pese a las dudas que surgieron sobre su viabilidad tras los violentos choques entre la policía y los manifestantes, se llevaron a cabo en El Cairo, Alejandría y otras siete provincias, mientras que en el resto del país se desarrollarán en tres etapas más fijadas para el 5 y 14 de diciembre y el 3 de enero del año próximo, siendo el punto inicial de un proceso electoral que culminará el 11 de marzo de 2012 tras efectuarse la última votación para elegir a la Shura, órgano político equivalente a un Senado. Los grandes favoritos para ganar este proceso electoral son los Hermanos Musulmanes, quienes obtendrían una votación mucho mayor a la de listas con tendencias mucho más liberales, como las que respaldan Mohammed El Baradei, ex Director de la Organización Internacional de Energía Atómica y Premio Nobel de la Paz en 2005, y Arm Mussa, ex Canciller de Hosni Mubarak y Secretario General de la Liga Árabe entre 2001 y 2011. Los Hermanos Musulmanes, quienes trabajaron en la clandestinidad durante el gobierno de Hosni Mubarak, dedicados fundamentalmente a las labores de asistencia social, educativa y sanitaria que el gobierno egipcio no realizaba, lograron tener una influencia importante en el Congreso Egipcio y por ello se abstuvieron, en un primer momento, de respaldar activamente las manifestaciones contra Mubarak. Ellos aspiran a que en Egipto se establezca una democracia islámica de corte moderado y sus planteamientos políticos son muy similares a los del partido AKP del Primer Ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan; tras el derrocamiento de Mubarak, han establecido una alianza con el Consejo Militar que gobierna Egipto para que la transición, además de ordenada, sea moldeada a los intereses de ambos y produzca un sistema político en el que los Hermanos Musulmanes detenten el poder, pero con el tutelaje de las Fuerzas Armadas.

¿Pasará la transición a manos de civiles?

La presión ejercida por los manifestantes de las últimas semanas ha colocado en aprietos a la Junta Militar, quienes han pedido a la población que apoyen al recién designado Primer Ministro Kamal El Ganzuri, quien ejerció ese mismo cargo durante la presidencia de Mubarak, por lo que es ampliamente rechazado por la población. En vista de esto, la Junta Militar ha optado por iniciar conversaciones con los dos aspirantes a la presidencia que gozan de mayor respeto entre los manifestantes, Mohammed El Baradei y Arm Mussa, y aunque pudiera ser interpretado como un descortesía hacia los cada vez más poderosos Hermanos Musulmanes, en realidad puede representar una estrategia para calmar los ánimos de los manifestantes. En ese sentido El Baradei se ha ofrecido (y el nombre de Mussa también ha sonado), para encabezar un gobierno de “salvación nacional”, libre de militares, que se encargaría de la transición hasta la elección de un nuevo presidente, además de velar por la transparencia del proceso. Por su parte, los Hermanos Musulmanes, conscientes de la ventaja que tienen para las elecciones legislativas, han manifestado que el partido que obtenga la mayoría de los votos debe ser el encargado de formar el nuevo gobierno.



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“La dimisión inmediata de la Junta Militar equivaldría a una traición a la confianza que el pueblo puso en nuestras manos”. 
Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto

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“Nos enfrentamos a enormes desafíos a los que haremos frente y no vamos a permitir que ningún individuo o partido haga presión sobre las Fuerzas Armadas”. 
Mariscal Hussein Tantawi, Jefe de la Junta Militar de Gobierno de Egipto

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En las últimas semanas han arreciado las manifestaciones exigiendo que la Junta Militar de Gobierno abandone el poder en Egipto y se lo transfieran a los civiles




Liga Árabe impone sanciones sin precedentes contra Siria

Tras haber transcurrido 8 meses de revueltas que han costado la vida de más de 3 mil 500 personas en Siria, la Liga Árabe aprobó, con 19 votos a favor, una abstención y un voto en contra, un paquete de sanciones contra el régimen de Bashar Al Assad. Entre las sanciones destacan la congelación de los activos financieros de altos funcionarios, así como la prohibición a estos de visitar los países árabes, más el rompimiento de relaciones con el Banco Central de Siria. Esta decisión, sin precedentes dentro de una organización que es considerada a menudo como dividida e indecisa, fue fundamentada por sus miembros como una manera de impedir una intervención extranjera en Siria, al intentar resolver la crisis que se vive en ese país dentro del marco de la institucionalidad árabe. Irak, que se abstuvo, manifestó sus reservas sobre la viabilidad de las sanciones y se duda que llegue a implementarlas. Por su parte el Líbano, cuyo gobierno está controlado por grupos políticos vinculados a Al Assad, incluida la organización extremista musulmana Hezbollah, votó en contra. Estas sanciones pudieran tener un impacto significativo sobre el régimen de Al Assad, al afectar seriamente sus negocios. Asimismo, este endurecimiento de la postura de los países árabes contra el gobierno sirio podría terminar favoreciendo la implementación de nuevas medidas sancionatorias en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU, las cuales hasta ahora han sido bloqueadas por Rusia y China. 



Publicado en el semanario 6to Poder / Año 2 número 61 / 3 de diciembre de 2011

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